TEMPORADA 2011-2012

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miércoles, 3 de marzo de 2010

EL TALENTO HORMIGA

“El entrenamiento es una de las grandes exclusivas de la inteligencia humana. Consiste en proponerse unas metas y desarrollar las habilidades necesarias para lograrlas. Es una construcción de uno mismo con vistas a un fin.”

Esta construcción de uno mismo se produce gracias a la intervención de otros, los entrenadores, encargados de dirigir, orientar, optimizar y estabilizar las habilidades necesarias para conseguir el mayor rendimiento posible, o lo que es lo mismo: lograr altas prestaciones en el desempeño de las tareas que exige la competición, estabilizarlas, independientemente de las circunstancias y darles fiabilidad.

Partimos de las características del individuo: su potencial motor, sus capacidades innatas, que determinan en parte sus posibilidades. Y digo en parte, por qué cada vez estoy más seguro que el talento, entendido como especiales características que posee una persona para llevar a cabo unas tareas concretas se puede adquirir, o lo que es lo mismo, es entrenable.

Esto puede parecer una contradicción pues siempre se ha identificado lo talentoso con lo genial, y se ha considerado como un atributo genético. Pero el caso es, que la mayoría de los talentos en deporte que conocemos, además de unas cualidades, digamos fuera de la normalidad, han dedicado muchísimas horas al entrenamiento y a la competición. Por lo tanto, la cantidad de trabajo y la experiencia son un factor primordial en la construcción del denominado talento deportivo.

Abundando en esto, también hay otros casos de personas que sin tener cualidades extraordinarias, han conseguido rendimientos sobresalientes en sus especialidades, fundamentalmente basado en el volumen de entrenamiento desarrollado y en la calidad del mismo. ¿Por qué? Por qué influyen más cosas.

Son personas que precisamente por no tener unas capacidades genéticas que les señalan y predisponen claramente como talentos, tratan de mitigar este déficit con otras cualidades.

En primer lugar: ”las ganas”. La motivación por ser mejores cada día lo que les hace vivir cada situación de entrenamiento al 100%, como si fuera la única o la última, extrayendo el “meollo” a cada instante. No economizan en el esfuerzo, se sacrifican y son disciplinados. Son verdaderas “hormigas” trabajando, para consigo mismo, y por extensión para los que lo hacen a su lado.
Por ello me he atrevido a denominarles así: talentos hormigas.

¿Qué características tienen?

Lo primero: son soñadores. Sueñan con ascender. Anhelan llegar a lo más alto.
Tienen “hambre” de algo que no tienen y que la genética les negó. No se conforman con el destino y prefieren escribir su historia. Poseen una voluntad inquebrantable de alcanzar la gloria que muchas veces trasciende a la comprensión de entrenadores, compañeros y rivales.
Poseen un “don”. Entendido este como algo extraordinario, a la altura de lo innato, pero menos tangible y medible.
Esta primera característica multiplica geométricamente sus posibilidades de aprendizaje y asimilación del mismo. Su minuto de entrenamiento tiene un rendimiento pedagógico del 100%, entendido éste como el nivel de validez y transferencia de lo que se entrena en relación con el rendimiento en competición de lo entrenado.
Igualmente, son personas que logran conectar cuerpo y mente: hacerlos uno. Lo que significa poner todos los sistemas del individuo al servicio de la tarea, cuestión que identificábamos como esencial para lograr altas prestaciones en el rendimiento deportivo. Consiguen por sí mismos atención, concentración, control mental y emocional, fluencia, resonancia, etc.

talento “hormiga” aprende a gestionar mejor debido a sus limitaciones, y desarrolla estrategias para rendir más a pesar de ellas.

También adquiere una forma o una metodología diferente para enfrentarse a las dificultades. Pone a trabajar su, a priori, limitada inteligencia, y paradójicamente, ésta crece y se desarrolla producto del desafío a superar. Nos pueden llegar a mostrar que el esfuerzo es inteligente; el sacrificio, la disciplina, etc. forman parte de un ser inteligente. Y esto es curioso, porque la mayoría de los talentos que han triunfado en sus diferentes especialidades tienen estas cualidades, además de otras que se suponen innatas o de carácter genético y que es lo que les da ese plus sobre los demás que les diferencia y les hace ser mejores.
Y ocurre, que cuando las diferencias entre los más talentoso y los que lo son un poco menos, no son tan grandes, lo que les diferencia y les hace mejores es poseer esas otras cualidades que hemos nombrado y que marcan la diferencia.

El esfuerzo, la disciplina, la perseverancia, el compromiso, la actitud, la motivación, etc. son parte imprescindible del trabajo, del estudio o del entrenamiento deportivo, y por tanto deben de ser objeto de nuestras enseñanzas con el fin de desarrollar todo el potencial de los que tienen las mejores cualidades, y el máximo de aquellos, que no las poseen pero que las sustituyen por las que caracterizan a los que cariñosamente he llamado talento “hormiga”.

Por Luis Carlos Torrescusa.

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